Tres días y aún no había rastro del pelinegro ni Thomas, ni
una llamada o una imagen de ellos dicho por algún ciudadano de la ciudad. Nada, como
si la Tierra hubiera acabado con ellos.
–Debemos terminar con esto, darle una pausa o algo. La vida
de este hospital no se detendrá por esto –mintió con una mueca de angustia. No lo
quería notar– ¿Puede darme las notas del
día, Flor? –preguntó mirando a la
enfermera.
Ambos sentados, uno frente al otro en la cafetería del
psiquiátrico para empezar las labores del día, cada uno con un café junto a
ellos.
–El paciente 709, su tratamiento fue inconcluso debido a
todo esto –bufó ella
–Ahora me acuerdo –asintió recordando al paciente Dennis– anteriormente, cuando Thomas estaba aquí,
había hecho una cita al señor Víctor, su padre –ante eso, la enfermera reviso la agenda
física que traía con ella
–Sí, él nunca contesto a esto. Lo llamare nuevamente para
hacer una cita lo antes posible –contesto leyendo los pensamientos de su jefe.
Ante esto, se levanto y salió del recinto
Después de que el doctor terminara su desayuno matutino, fue
directo hacia su oficina con temor, de nuevo las facturas.
(……)
Thomas sonreía de oreja a oreja ante lo que veía: un pequeño
pelinegro vistiendo su misma ropa. Esta era un poco más chica, debido a que
tenía años con esos pantaloncillos y playera guardados, no se le daba el tirar
lo que ya no usaba.
–Te pregunte cómo me veo, no es para que te burles de mi,
Thomi –refunfuño el chico, fulminándolo
con la mirada, con un toque rosado en sus mejillas, admitía que daba solo un
poco de gracia.
–Ya, ya, perdona que ha sido adrede –río un poco mas ante la mirada del menor– eso no quiere decir que te veas feo. Ya es hora de irnos
–¿Seguro que tu padre nos ayudará? No quiero que crea que
realmente estoy loco o mucho peor –negó
muchas veces, Thomas se limito a reír
–Yo debería de ser el nervioso en este caso, no te asustes,
puedes confiar –En ese momento el
pelinegro sonrío, sabía que podía creerle.
Ambos salieron de la pequeña cabaña con un estilo diferente
al cual habían llegado, era para protegerlos a ambos, dijo Thomas. Él que usaba
ropa mucho muy grande y holgada, vistió contrario a eso y Bill, él con ropa
ancha.
Caminaban sobre la orilla de un parque, después de que el
pelinegro había rogado por ir caminando aunque sea un poco, el de trenzas
acepto, sabía que su acompañante deseaba volver a caminar por la ciudad. Con
temor tomo su mano, Bill la apretó, se sentía bien en ese momento.
El aire comenzó a soplar un poco más, haciendo que ambos
jóvenes sintieran sus cabellos bailar al ritmo de la brisa de la tarde. Bill
sonreía, se sentía tan libre, tan bien. Alzo sus brazos como un avión,
sintiendo el viento rosar cada parte de su ser, era increíble. Comenzó a correr
aún con sus brazos extendidos y el viento sobre él.
–¡Vamos Thomi, se siente increíble! –animo hablando, corriendo sobre la brisa
contra su cuerpo rosando cada parte de
él.
Thomas sonreía al ver aquella imagen: inocencia, alegría,
bienestar. Quería sentirse así de bien como él, tan libre como un pájaro. Sin
pensárselo más, extendió sus brazos imitando al pelinegro.
Corrío hasta alcanzarlo y sonreírle, se sentía tan jodidamente bien.
Corrío hasta alcanzarlo y sonreírle, se sentía tan jodidamente bien.
(……)
Citlaly cada vez estaba más enojada. Desde la última platica
que tuvo con su novio, este no le había llamado o contestado las llamadas,
sabía que si no se arreglaba esto, perdería absolutamente todo. Fue sacada de
sus pensamientos al ser mandada por Flor quien le ordenaba implantar sueros a
los pacientes del 2º piso. Con resoplo asintió.
–Maldita, yo debería ser quien te ordene –susurro cuando la
mujer ya se había ido
En eso estaba hasta que el sonido de su celular la saco de
orbita. Un mensaje.
«Necesito las nuevas facturas y el demás papeleo, ahora.
Sabes dónde estoy» Leyó en sus pensamientos aquel mensaje, de nuevo
ordenándole, solo para eso la contactaba.
Al terminar la revisión de los pacientes, se dirigió a paso
lento hasta la oficina de Franklin, pidiendo porque este no se encontrará ahí.
Al llegar sonrío, sus plegarias habían sido cumplidas, sin tardar mucho saco
los documentos, sabía a la perfección donde estaban y salió con sigilo.
Esperaba que al final, algo bueno de todo esto fuera para
ella, en verdad lo esperaba.
(……)
–Te quiero –dijo con
firmes
–Yo también y lo sabes –sonrió con sus ojos cerrados.
Después de correr por aquel parque ambos decidieron tomar un
descanso sobre el pasto y después tomar el bus.
–No. Te quiero enserio –volvió a decir– me he enamorado –afirmo pensativo.
Enamorarse, un
sentimiento que a veces era mejor ocultar. Como supuso, Bill no dijo nada al
respecto.
Ladeo la cabeza viendo como su compañero mantenía los ojos
fuertemente cerrados, aún era muy joven, no debió decirlo.
–Yo… Nunca me he enamorado ni nada de eso, pero al estar
contigo me siento distinto; me siento alejado de todo ser dañino para mí, no
importa si es aquí afuera o en el hospital, siento esa protección que me
transmites y me gusta. –comenzó a decir,
levantándose del pasto para mirarlo, lo cual hizo que él otro lo imitara– No sé si sea amor, me da miedo descubrirlo
pero, no quiero que te alejes de mí. –el
mayor asintió, sabía lo que respondería, haría todo por entender.
–Tal vez es mejor olvidar esto, me refiero, a lo que dije –opto, mirándolo fijo
–Tampoco quiero eso. Me gusta cuando me dices que me
quieres, me gusta sentir esa protección, ese cariño tan tuyo, solo para mi… –contestó con un poco de pena, realmente no
sabía si sentía lo mismo que Thomas, pero lo descubriría, no quería ver a su
‘doctor’ triste.
–Vamos, es hora de levantarnos, a hora si vamos con mi
padre, sin retrasos –habló con un poco
de burla
(*****)
Bajaron del bus con nervios, Bill porque tenía miedo de lo
pudiera pensar el padre de Thomas por haberse fugado de un psiquiátrico y este,
porque conocía a su padre.
El de trenzas sentía la tención de aquel momento, tomo la
mano del chico apretándola un poco –No pasa nada, ¿de acuerdo? –ánimo, viendo al pelinegro asentir– vamos
–Vengo a ver a mi padre –habló el mayor dirigiéndose a la secretaria,
ella con una sonrisa lo reconoció– no
hace falta que lo comuniques, soy su hijo –demando cuando la chica estaba dispuesta a
avisar al empresario
–De acuerdo –contesto
no tan segura de si –pueden pasar
La puerta del despacho se abrió con lentitud, el de trenzas
se adentro para mirar un poco.
–Padre –saludo al
sentir la mirada del hombre sobre él
–¿Qué haces aquí? ¿Por qué Nathalia no me aviso? –pregunto al solo escucharlo. Thomas se
adentro con el pelinegro detrás de él
–Vine a pedirte ayuda, necesito de ti… –sentado frente a su padre habló con un tono
de suplica
–¿Cuándo me ibas a decir de esto? –interrumpió sacando el periódico, él estaba
en el estelar: “Doctor Kaulitz huye con paciente peligroso”
–Padre –fue lo único
que dijo, no sabía exactamente cómo enfrentarlo
–¿Qué hiciste? –volteó
a ver a Bill por escasos segundos antes de mirar nuevamente a su primogénito
–Esos malditos mantenían a Bill contra su voluntad sabiendo
que no está loco –dijo eufórico, él era
el único con quien podía contar en este caso
–¿Y pretendes que yo te ayudare con eso? –Preguntó sabiendo lo obvio– Me lo suponía –respondió al no escuchar respuesta por su
hijo
–Si te tranquilizas, podremos contártelo paso a paso. Solo
escúchame –pidió mirándolo fijamente
Ambos chicos sonrieron al ver asentir al hombre. Su padre
además de ser empresario era un gran abogado.
(……)
–¿Sabes que estás despedida, cierto? –comenzó Franklin la
charla
–Cierto y lo siento mucho, creí que decía la verdad, que los
sentimientos de esa noche eran reales y –bufo– da
igual, fue mi culpa –inclino sus hombros
–Cometiste algo muy serio, creí que por tus años y
profesionalismo no pasaría algo como esto, menos contigo. Recoge tus cosas y ve
a la planta baja, te darán tu ultimo cheque –ella se limito a asentir, ¿para qué discutir?
No lograría nada
La enfermera, devastada fue hacia su casillero para tomar
las cosas que le pertenecían y de ahí a su ultima paga.
(*****)
Citlaly charlaba con David en una cafetería poco visitada,
ambos con un café frío, la tensión se sentía desde lejos.
–¿No me dirás nada? Creí que por lo que he hecho por ti, merecería algo –habló la morena después de varios minutos en
silencio.
Esa tarde se había librado de sus compañeros del trabajo
para ir hacia donde su novio le había dicho. Al llegar se acerco para besarlo
pero él la esquivo, jamás le habían hecho algo parecido. Fueron al lugar de
siempre, este demando los papeles y ella
se los dio sin reprochar.
–¿Después de lo que y tus amiguitos han hecho? Por favor –respondió cortante, viendo los papeles
–Sabes que no me gusta que estemos así, cariño –hizo un leve puchero después de unos minutos
–Y a mí no me gusta
que el estúpido de mi hijastro se haya escapado con el imbécil del enfermero.
Ni siquiera pudiste seducirle, ¡nunca puedes hacer nada bien! –le grito, haciendo que las pocas personas ahí presentes recibieran su atención
Ella traro de ignorarlo, de no permitir que las lagrimas
que luchaban por salir, lo hicieran.
Entreabrió los labios emitiendo un pequeño gemido de frustración y dolor.
–Dije que no es mi culpa –respondió apretando sus labios un poco
–Mira linda, si me vas a contradecir, mejor lárgate –respondió sin saber que ella estaba a punto
de llorar.
Aunque la viera, no le iba a importar, porque sabía que la
chica siempre estaría tras de él, como la mujer ingenua que era.
–¿Sabes qué? Mañana vas a mi oficina, te daré lo nuevo
papeles –sonrió levantándose del asiento, dejando un poco de dinero. No le
afecto en absoluto oírla gritar su nombre un par de veces, porque después de
todo, solo la necesitaba para esto.
Citlaly quedo estupefacta, ¿cómo pudo enamorarse de él? Tal vez,
solo tal vez si hiciera algo para lograr los objetivos de su novio, él la perdonaría
y serian felices.
(……)
–¿Estás seguro de lo que me dices? –preguntó mirando fijamente al pelinegro
–Ya te hemos dicho que si, padre –contesto un poco alterado
–Le pregunto al chico, Thomas –contestó firme –¿Entonces?
–Sí, es cierto. Tiene que creerme –apretó sus nudillos, estaba desesperado
–¿Y sabes que nadie te cree, a excepción de mi hijo? –volvió a preguntar mirándolo fríamente
–Lo sé, pero como le dije antes: yo no estoy loco y si no me
creen, lo probare –sentenció.
–Está bien, tomare tu caso –contestó mirando a los chicos sonrientes
–Gracias padre
–emitió sincero
–Pero no sera nada fácil
–encorvo sus labios hacia abajo–
esto es algo muy complicado. Además necesito información tuya, como son
tus papeles de nacimientos y demás cosas que confirmen quien eres
–Ehh… –Volteó a ver a Thomas– mi padrastro tiene todo eso y… No lo he visto
en años, él fue quien convenció a mi madre a
enviarme aquí. No puedo ir, no puedo verlo –negó varias veces recordando pequeños
recuerdos del pasado
–¿Sabes quién es el culpable? Chico, tienes que contarme
todo sobre tu llegada al psiquiátrico
–habló mirando al menor
–Él… David y mi madre se casaron cuando papá murió. Mi madre
heredo toda la herencia de papá. Cuando yo sea mayor será mío –sonrío con disgusto– él invento que yo estaba loco solo por tener
pesadillas, pesadillas que él mismo causo
–Thomas abrió la boca emitiendo una “o” en voz baja –siempre decía que me odiaba, que era
demasiado lindo para ser hombre –comenzó
a sollozar– algunas veces iba a mi
habitación por las noches…
–¿Te hizo daño?
–preguntó asustado, interrumpiendo al más joven
–Solo daño emocional, siempre que iba a verme me decía cosas
parecidas, decía que estaba loco, que él haría todo para sacarme de ahí. Una
noche fue a mi habitación, mamá no estaba
–comenzó a narrar–, entonces me
jalo hacia él, como a veces acostumbraba, yo no me deje, así que me rasguño, lo
hacía mientras me decía cosas demasiado crueles, decía que era un idiota, que
no debí haber nacido, que nunca encontraría a alguien que me quisiera. Dijo que
me haría desaparecer de su vida y la de mi madre –sollozó aún más. Thomas no pudo ante tal
escena y lo abrazo con tal fuerza, para que el pequeño sintiera que él si lo
quería y haría todo por estar con él, aunque estuviera loco o no.
0 comentarios:
Publicar un comentario